El metano es un tipo de gas, del tipo que respiras en el aire. Es transparente y no tiene olor. El metano proviene en parte de las actividades humanas y en parte de la naturaleza. Este gas puede ser tanto bueno como malo para el medio ambiente, y es importante aprender más sobre él.
Un gas como el metano está compuesto por cosas muy pequeñas, los átomos. Se llama gas de efecto invernadero porque puede atrapar el calor en la atmósfera. Si permanece en el aire durante demasiado tiempo, el gas metano puede contribuir al calentamiento global y al cambio climático.
Las personas pueden producir gas metano mediante, por ejemplo, la agricultura, el uso de combustibles y el manejo de basura. (Por ejemplo, si criamos animales como vacas, producen gas metano cuando digieren alimentos). La naturaleza también puede generar gas metano desde lugares como humedales y volcanes.

Cuando el metano se escapa al aire, puede ser un problema. Puede contaminar el aire y producir smog, lo cual puede dañar plantas, animales y personas. El hecho de que el gas metano sea increíblemente eficiente atrapando calor lo hace significativo para el cambio climático también.

El gas metano es más eficaz que el dióxido de carbono en atrapar el calor en el aire. Esto significa que aunque hay mucho menos gas metano que dióxido de carbono, puede tener un impacto duradero en el calentamiento global. Es importante que encontremos formas de generar menos gas metano para ayudar a contrarrestar el cambio climático.

A pesar de sus defectos, el gas metano puede utilizarse para bien. Podemos capturarlo y convertirlo en energía. Esto implica capturar y utilizar el gas metano proveniente de lugares como vertederos y granjas, y convertirlo en electricidad o calor. Esto reduce la cantidad de gas metano que va al aire y nos brinda energía renovable.